Todo el santoral cristiano está repleto de figuras equívocas que esconden, detrás de su aureola, el mensaje de unos saberes que la Iglesia siempre se empeñó en atribuir al diablo. ¿Por qué un perro acompaña siempre a san Roque? ¿Por qué santa Bárbara lleva entre sus manos una torre con tres ventanas? ¿Por qué san Miguel pesa las almas de los muertos? ¿Por qué san Virila viajó a través del tiempo? ¿Por qué no murió san Sebastián después de ser atravesado por las flechas de sus verdugos? Cuando el martirio se mide por los parámetros de la Iniciación, cuando los milagros se computan por las potencias ignoradas del Ser Humano, cuando la santidad se identifica con lo que fue realmente divino para los hombres de todos los tiempos, y no sólo para los detentadores de un determinado Credo..., surge la santidad diabólica. Una interpretación más libre y más sincera de la santidad, escrita por el especialista español más importante de los últimos tiempos.